La exposición temporal “Cuando sonaba la sirena. José Fernández López y la Mérida industrial” se inaugura en diciembre 2017 hasta enero 2018, en la planta baja del Centro Cultural La Alcazaba de Mérida. La llegada de José Fernández López a Mérida, en los primeros años del siglo XX, fue providencial. Nacido en Lugo, en el seno de una familia de ganaderos, recibió una esmerada educación, licenciado en Derecho por la Universidad Central de Madrid, y se relacionó, desde su juventud, con integrantes de los círculos intelectuales gallegos y con los dinámicos e innovadores profesores universitarios, cuya relación propiciaría algunos de los proyectos más exitosos de su familia. En el año 1935, un joven José Fernández López presentaba ante la Diputación de Badajoz una oferta para el arriendo del Matadero Industrial de Mérida. Esta industria emeritense se convirtió en un centro de aprovechamiento integral de los recursos del campo extremeño: se sacrificaba el ganado, se hacían embutido, leches, quesos, grasas comerciales e industriales, se aprovechaba la piel y pezuñas, se fabricaba conserva de carne y vegetales como el concentrado de tomate. Su marca estrella de comercialización se llamó APIS. En el año 1947, José Fernández se unía a la empresa Corchera Extremeña Sociedad Anónima (Corex) especializada en la fabricación de planchas de corcho, aglomerados y granulados. También en Mérida dirigió la empresa química puntera en la fabricación de insecticidas y otros productos zoosanitarios que abastecían a la cabaña ganadera surgida de las nuevas zonas de regadío del Plan Badajoz, o la fábrica de ladrillos Viveros Guadiana. Estas sirvan de ejemplo de una trayectoria empresarial exitosa caracterizada por una coherente diversificación, por la importante contratación de hombres y mujeres emeritenses y de otras poblaciones cercanas y por las políticas sociales que desarrolló para los trabajadores: los Economatos, las viviendas sociales, seguros de trabajo, aval personal en las hipotecas y patrocinio de viajes de ocio, así como las becas de estudio para los hijos de los trabajadores, entre otras. Agradecida la ciudad de Mérida le otorgó la Medalla de Oro de la ciudad, le nombró hijo adoptivo y sus empleados le dedicaron la escultura en metal de su busto, colocado en una de las avenidas más grandes de Mérida, que lleva su nombre. El sonido de las sirenas de sus fábricas fue la banda sonora de la ciudad en el momento de mayor esplendor de su desarrolló industrial, asociado a José Fernández López. |