
Cuentan Plinio y Suetonio que, descansando Livia en un patio de su casa de campo, un águila soltó en su regazo a una gallina blanca que llevaba en el pico una rama de laurel llena de frutos. Este acontecimiento se consideró un buen augurio para la perpetuación de la estirpe Julio Claudia.

Pocos días después de morir el emperador Augusto, Dion Casio recoge la presencia de un búho sobre el techo de la Curia donde se reunía el senado. Para los romanos era un mal presagio ver un búho de día sobrevolando la ciudad.

Según Dion Casio y Suetonio, un águila le quitó un trozo de pan a Augusto de las manos siendo un niño y después de volar durante un rato se lo devolvió. Se muestra en esta historia al joven Octavio como el elegido por la divinidad.

Suetonio relata como durante la campaña contra los asesinos de Julio Cesar, un águila mata a dos cuervos que intentaban arrancar los penachos de la tienda del futuro emperador Augusto. Los cuervos simbolizaban a Lépido y Marco Antonio, militares que junto a Augusto gobernaban Roma. En esta moneda de bronce se aprecia un cuervo sobre una rama de laurel.

Las peleas de gallos eran habituales en época romana. Octavio Augusto y Marco Antonio, antes de su enfrentamiento por el poder solían ocupar su tiempo libre en esta diversión de la época. Suetonio se encarga de constatar que era el gallo de Octavio el que vencía en todas las ocasiones, adelantando así su futura victoria política.